sábado, 24 de junio de 2017

Reflexión


 Ha llegado el momento de frenar, de bajar el ritmo, de dar un giro. Hasta ahora el blog ha sido algo parecido a una maratón de cómo rellenar en poco tiempo las casillas de un formulario sobre mi pasado. Por mi parte ya lo estaba deseando.

A lo largo de este tiempo han sido varias las personas que me han preguntado el motivo del cambio de mi trayectoria profesional. Hasta ahora, mi respuesta dada, aunque sí ha sido cierta, no ha sido completa. Si hubo un motivo concreto que lo desencadenó.

En mi situación personal, apeado y sin trabajo regresé a casa. No fue fácil pasar de mucha actividad a estar en dique seco. Es en este aturdimiento cuando quise mantener mi cabeza ocupada, por lo que me matriculé en un curso de confección de trajes de época. La costura siempre se me dio bien.

Por aquello de que nos vestimos de adentro hacia afuera, la primera prenda que confeccioné fue un calzoncillo en lino, seguido de una camisa labrada en igual tejido y para continuar un jubón. Fue precisamente en la confección de este jubón reversible, acolchado, de mangas desmontables, completamente bordado y confeccionado a mano donde todo comenzó. En aquellas horas que pasé en silencio, concentrado, laborando, poco a poco la idea fue tomando forma. Tenía que reinventarme y había encontrado el modo de dar salida a mi creatividad. Si era capaz de revestir la fachada de un edificio con una segunda piel, con una nueva fachada y que pareciese completamente diferente, de igual forma tenía que ser capaz de hacerlo con el cuerpo humano. Sólo es cuestión de proporciones y volúmenes.

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