Este
fue mi primer backstage, después ha habido otros. Natural que de éste guarde un
recuerdo especial. Para quienes deseen saber que sucede detrás de la pasarela,
en los momentos previos a un desfile, diré, según mi experiencia, que es un
torbellino de diferentes estados de ánimo. Nervios, ansiedad, deseos de que
todo salga según lo planeado, de que hoy no salgo de ésta, de felicidad por
estar ahí. Con el reloj en la mano, las modelos pasan por peluquería, seguido
van a maquillaje y a continuación ayudas
a vestirlas. Cuando subes una cremallera contienes la respiración y pides entre
dientes por lo bajo, por favor que suba, que suba… uf, conseguido. Nunca se
sabe, ya no hay tiempo para nada y cualquier incidente se resuelve improvisando
sobre la marcha. Te gustaría disfrutar de cada instante y sin querer ya estás
revisando el look. Vestido y complementos, todo es correcto. Ya sólo queda que
la modelo se dirija a ocupar su puesto en la fila de salida a la pasarela. Hay
que esperar unos minutos que se hacen eternos. Suena la música, las modelos
comienzan a caminar y sientes que con ellas se va algo de ti, se van tus diseños
a ser juzgados. Sientes vértigo. Ya no hay marcha atrás. Deseas que gusten, que
los entiendan. Entre bambalinas sigues el desfile. Se oyen los aplausos. Sales
a saludar y a partir de ahí respiras aliviado. Todo fue bien.


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